Es como si sólo a mí se me hubiera sido concedida la facultad de ver, de conocer el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos.
Nadie podrá ver nunca lo que yo he visto. Y ella menos que ninguna.
Ella, incapaz de amarle, incapaz de verle verdaderamente, de entenderlo, de respetarlo.
Ella no se divertirá con esos tiernos caprichos.
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